Mujer de mármol que vas
caminando por la arena…
Doblando tus rodillas de miel,
quebrando tus huesudas caderas.
Aplastado vientre y, quizás,
aplastada mirada tuberculosa y salvaje.
Aplaude y gime, llora y, quizás,
se encuentre contigo, al final del túnel,
a la caída del sol,
allá, en el horizonte,
división mortuoria entre el cielo
y el mar…
El último de tus sacramentos:
la risa, como condición innecesaria...
Como un vacío…
Como una nada…
jueves, 4 de febrero de 2010
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