sábado, 6 de febrero de 2010

Anti-soneto

Diluvios carnales que sentencian noches y morfinas;
se respira desde el nimbo antaño actuado por tercera La Emperatriz.
Tus pasos se han convertido en fermentadas pomas de hielo,
tu corazón, lacerado y cosido –ad infinitum–, hubo sido devorado por el dragón del castigo.

Diluvios carnales que sentencian noches y morfinas;
cuando el silencio no es más silencio, cuando la brisa no es más brisa.
La corrupción y sus hongos, el engaño, el Poder… Han gateado las escaleras al Cielo…
Antiguas conciencias de calumnias empachadas, esperanzas y falsos miedos.

Diluvios carnales que sentencian noches y morfinas;
cuando el miedo no es más miedo…
Persevero aún, entre sombras caminando, en el encuentro con El Superior:
Quien aprenda con Baco y Eros a danzar, a sus cuerdas explotar…
Embriagando su alma con devenir y respeto.

Diluvios carnales que sentencian noches y morfinas;
cuando las musas no rieguen ya tu espalda con asombro y sutileza…
–que de la inocencia, pueril compañera de caminos, han borbotado colosales bríos–
Voz napoleónica se atraganta en un costado, alzando su voz al viento:
–¡Sin pasos firmes, montañero, no hay derrota ni conquista!

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