martes, 2 de marzo de 2010

Como agua salada para cicatrices


Sola.
Marchito gusto que deje un tiempo de flores.
Hasta el olvido... eliminado...
Vuelvo a perder, vuelvo a sentir,
quizá… una mirada marcada dentro del espejo;
o ese miserable y maldito eterno retorno
¡Tan nietzscheano y tan mío!
¡Tan mío y tan del viento! Tan de charco…
Como agua salada para cicatrices;
quizá, más nada… más nada…
¿Un albino?
¡Calla!
¿Un mosquito?
¡Calla, Cobain! Hoy no…
Mi libido… ¡Yeah!
No ansío fantasmas
bajo el colchón…
Un cigarro; una copa, no más –dos.
Pared sangrando carmín y vino, el camino,
lo recorrido, lo siendo, ya sin picos,
ni picas, ni espadas, ni ases… Ya sin cartas,
sin remedios, ni medios, ni soldados, ni soldaduras…
Es el humo, son los tiempos,
la polución confundida con Sol y Viento.
Mi delirio, tus acartonadas manos; tu dolor de muela,
mi voz de mariposas corruptora…
¿Ousía, physis, katharsis, algún dios, o mierda?
¿Anima, corpus, logos, o mierda?
Una luna, mil estrellas… entrecortados pasos.
Sólo existo yo y mi pensamiento
¡Amén, Descartes! –Sólo esta noche–.
Lo demás, que vuele…

1 comentario:

  1. Bien, me da gusto leer la modernidad de tu verso, lo cotidiano y mundano también.

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