Dicen que un cadáver
aún ve con sus cortinas calladas.
Ellos de pieles heladas
con sus párpados morados.
¡Hermano! ¡Mírame a la cara!
¿No ves qué triste quedose madre
cuando vió que hijo faltaba?
Y tuvimos que sobrevivir a tu suerte...
(A la fuerza y sin fuerzas)
Y tu muerte, es así como morirse cien veces
sin haber vivido nunca.
Así como un aborto...
Como un aborto a puñetazos en el vientre
buscando la sangre de una boca.
Te quiero y tú ya no puedes quererme.
Y aquí me quedo, inmortal, tal cual, entre la gente.
(Ojalá con los muertos)
¿Qué más dará, a mí, el infierno,sí allí no me siento solo?
El paraíso para los santos...
Allá a nadie, creo, conozco.
Maldita Tierra sin nombre.
Parece cruel anfiteatro.
Pero nosotros no somos actores.
Más bien un público enojado
tirando tomates, lechugas y coles.
¡Pringue!
Nuestra cosecha, al escenario.
O más bien, si qué somos actores..
pero huyendo y abucheados.
¿Qué sé yo? Somos lo que sea,
¡pero sufriendo manos a espalda!
Poema de Fernando Jesús Cotta Rebollo; o bien, la meada de una cigarra.
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