viernes, 19 de marzo de 2010

Hoy llovió de madrugada… Y me despertaron las gotas, mientras patadas escupían sobre los tejados… Me hablaron sobre tu ausencia, sacudieron mi cama y me obligaron a escribirte estas líneas necias…

Llueve la luna,
mis labios son la despedida del tiempo…
El desasosiego ha bebido de tu piel
-mi nicotina- calmando el miedo.
Eres perfume, en sueños, de mi amanecer
efusivo volcán de un desvelo;
ocaso suspiro de nada oceánica:
remolino y trueno…

Odio ver cristales recorrer,
aunque ocultos, tus mejillas…
¡Ven y abrázame, niña mía!
Yo también tengo sed…
Anhelo por las notas que tus manos purifican,
pasión por penetrantes labios;
lesiones que murmuran concupiscencia
de dos almas insaciables… Pesadumbres que tropiezan…

También la antipatía circula por mis venas,
de tus ojos cato nueva paz…
No voltees tu mirada, niña mía;
ya de agonías tengo fijado mi pasado…
Muéstrame una nueva lejanía,
no sueltes mi mano…
Guarda mis lamentos en tus bolsillos,
refugia en tus costados mi espíritu…


Para mi musa, trastornada mariposa…

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